La composición de la microbiota intestinal podría influir en la toma de decisiones

Publicado originalmente por Marie Simon, Instituto del Cerebro de París, el 18 de mayo de 2024

Bacterias comensales (rojo) entre la mucosa (verde) y las células epiteliales (azul) en el intestino delgado de un ratón. Crédito: Universidad de Chicago.

La forma en que tomamos decisiones en un contexto social puede explicarse por factores psicológicos, sociales y políticos. Pero, ¿y si intervinieran otras fuerzas? Hilke Plassmann y sus colegas del Instituto del Cerebro de París y la Universidad de Bonn demuestran que los cambios en la microbiota intestinal pueden influir en nuestra sensibilidad a la justicia y en cómo tratamos a los demás. Sus hallazgos se publican en la revista PNAS Nexus.

La microbiota intestinal, es decir, el conjunto de bacterias, virus y hongos que habitan en nuestro tracto digestivo, desempeña un papel fundamental en nuestro organismo, que va mucho más allá de la función digestiva. Investigaciones recientes subrayan su impacto en la cognición, el estrés, la ansiedad, los síntomas depresivos y el comportamiento; los ratones criados en un ambiente estéril, por ejemplo, tienen dificultades para interactuar con otros individuos.

Aunque estos hallazgos son prometedores, la mayoría de estas investigaciones se llevan a cabo en animales y no pueden extrapolarse a los seres humanos. Tampoco permiten comprender qué mecanismos neuronales, inmunitarios u hormonales intervienen en este fascinante diálogo entre cerebro e intestino: los investigadores observan un vínculo entre la composición de la microbiota y las habilidades sociales, pero no saben con precisión cómo una controla a la otra.

"Los datos disponibles sugieren que el ecosistema intestinal se comunica con el sistema nervioso central a través de diversas vías, entre ellas el nervio vago", explica Plassmann (Universidad de la Sorbona), jefe del Equipo de Control-Interocepción-Atención del Instituto del Cerebro de París y profesor del Insead. "También podría utilizar señales bioquímicas que desencadenan la liberación de neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, esenciales para el buen funcionamiento del cerebro".

Estudiar el castigo altruista

Para determinar si la composición de la microbiota intestinal humana podía influir en la toma de decisiones en un entorno social, la investigadora y sus colegas utilizaron pruebas de comportamiento, entre ellas el famoso "juego del ultimátum", en el que un jugador recibe una suma de dinero que debe repartir (justa o injustamente) con un segundo jugador, que es libre de rechazar la oferta si la considera insuficiente. En ese caso, ninguno de los dos recibe dinero.

Rechazar la suma de dinero equivale a lo que llamamos "castigo altruista", es decir, el impulso de castigar a los demás cuando una situación se percibe como injusta: para el segundo jugador, restablecer la igualdad (nadie recibe dinero) parece a veces más importante que obtener una recompensa. El juego del ultimátum se utiliza como método experimental para medir la sensibilidad a la justicia.

Para determinar plenamente este efecto, los investigadores reclutaron a 101 participantes. Durante siete semanas, 51 tomaron suplementos dietéticos que contenían probióticos (bacterias beneficiosas) y prebióticos (nutrientes que favorecen la colonización de bacterias en el intestino), mientras que otros 50 recibieron un placebo. Todos participaron en un juego de ultimátum durante dos sesiones al principio y al final del periodo de suplementación.

¿Son las bacterias las que mueven los hilos?

Los resultados del estudio indican que el grupo que recibió los suplementos era mucho más proclive a rechazar ofertas desiguales al final de las siete semanas, incluso cuando el reparto de dinero estaba ligeramente desequilibrado. Por el contrario, el grupo placebo se comportó de forma similar durante la primera y la segunda sesión de prueba.

Además, el cambio de comportamiento en el grupo suplementado se vio acompañado de cambios biológicos: los participantes que, al inicio del estudio, presentaban el mayor desequilibrio entre los dos tipos de bacterias que dominan la flora intestinal (Firmicutes y Bacteroidetes) experimentaron el cambio más significativo en la composición de su microbiota intestinal con la ingesta de suplementos. Además, también mostraron la mayor sensibilidad a la equidad durante las pruebas.

Los investigadores también observaron un fuerte descenso de sus niveles de tirosina, un precursor de la dopamina, tras la intervención de siete semanas. Por primera vez, se perfila un mecanismo causal: la composición de la microbiota intestinal podría influir en el comportamiento social a través de los precursores de la dopamina, un neurotransmisor implicado en los mecanismos de recompensa del cerebro.

"Es demasiado pronto para afirmar que las bacterias intestinales pueden hacernos menos racionales y más receptivos a las consideraciones sociales", concluye Plassmann. "Sin embargo, estos nuevos resultados aclaran qué vías biológicas debemos examinar. La posibilidad de modular la microbiota intestinal a través de la dieta para influir positivamente en la toma de decisiones es fascinante. Tenemos que explorar esta vía con mucho cuidado".

Más información: Marie Falkenstein et al, Impact of the gut microbiome composition on social decision-making, PNAS Nexus (2024). DOI: 10.1093/pnasnexus/pgae166

Journal Information PNAS Nexus

Provided by Paris Brain Institute

 

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