Los pulpos pueden ser tremendamente inteligentes debido a una peculiaridad genética que comparten con los humanos.
Los cerebros del pulpo pueden haber desarrollado su nivel de inteligencia gracias a una enorme diversidad de microARNs que les han permitido generar múltiples tipos de células cerebrales.
Según sugiere un estudio reciente, los pulpos pueden haber obtenido parte de su inteligencia excepcional siguiendo el mismo proceso evolutivo por el que pasaron los humanos.
El proceso implicó una explosión repentina de microARN (miARN), pequeñas moléculas que no se encargan de codificar, pero sí de controlar cómo se expresan los genes. Este aumento puede haber ayudado a los cerebros de pulpos y humanos a desarrollar nuevos tipos de células nerviosas, o neuronas, que se unieron en formas más complejas formando redes neuronales.
Los pulpos y sus parientes cefalópodos cercanos, como el calamar y la sepia, han sido un tema fascinante para los biólogos desde el siglo III DC, cuando al autor y naturalista romano Claudius Aelianus le llamaron la atención su “travesura y capacidades artesanales” fácilmente observables. Los pulpos poseen una memoria notable, son expertos en el arte del camuflaje, sienten curiosidad por su entorno, se ha observado que utilizan herramientas para resolver problemas y, a partir de la observación de las ondas de colores que destellan a través de su piel mientras duermen, se cree que incluso sueñan.
Pero la razón exacta de la forma en que sus mentes evolucionaron tal complejidad independientemente de la nuestra sigue siendo un rompecabezas fascinante. El último ancestro común de los humanos con los pulpos fue un gusano plano que se arrastraba por el fondo marino hace unos 750 millones de años y que tan sólo poseía un cerebro rudimentario. Un estudio reciente encontró que los genes saltarines, conocidos como transposones, podrían explicar parte de la inteligencia de los pulpos. Un nuevo estudio, publicado en la revista Science Advances el 25 de noviembre pasado, podría haber encontrado otra pieza importante del rompecabezas.
"Si quieres entender algo sobre la inteligencia, o el cerebro, de un extraterrestre, un buen método sería el estudio el pulpo", según dijo a Live Science el autor principal del estudio, Nikolaus Rajewsky, biólogo de sistemas del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de Berlín. "La evolución de su complejo cerebro y las características cognitivas que vienen con él, ocurrió de forma completamente independientemente al nuestro. Así pues, al comparar ambos, se pueden aprender las características generales que comparten con nosotros, pero tal vez también se puedan encontrar algunas características que el pulpo posea y nosotros no”.
Los investigadores estudiaron 18 tipos diferentes de tejidos tomados de pulpos comunes muertos (Octopus vulgaris), analizaron su ARN y lo compararon con el ARN perteneciente a otros cefalópodos, como como el pulpo de dos manchas de California (Octopus bimaculoides) y el calamar rabicorto (Euprymna scolopes), así como parientes más lejanos como el nautilus y los cnidarios.
El ARN, o ácido ribonucleico, está formado por una sola cadena de ribonucleótidos, una sección de código genético que se transcribe del ADN para producir proteínas dentro de las células, participando a veces en la regulación de la expresión génica. Inicialmente, los científicos creían que los pulpos estaban usando enzimas especialmente evolucionadas para editar su ADN, para obtener una mayor complejidad neuronal, pero lo que reveló el análisis de tejidos, en cambio, fue una explosión histórica en el número de miARN diferentes conservados en múltiples especies de cefalópodos, en un número comparable con los encontrados en algunos vertebrados, como los humanos.
Los microARN son pequeños trozos de ARN que se unen a las cadenas de ARN codificadoras de proteínas, regulando su actividad y silenciando la expresión de ciertos genes. Esto permite que el genoma se adapte más finamente a propósitos específicos, creando nuevos tipos de células cerebrales que pueden encadenarse en redes neuronales más elaboradas. Los investigadores encontraron nada menos que 51 nuevas familias de miARN en pulpos y calamares desde que sus linajes ancestrales se dividieron hace más de 300 millones de años. Sólo los pulpos incrementaron en 90 sus familias de miARN desde su último ancestro común con otros moluscos como las ostras, que habían aumentado en solo cinco.
"Es simplemente espectacular", dijo Rajewsky. "El número de microARN del pulpo se dispara para alcanzar niveles comparables a los de los cerebros complejos de los vertebrados".
Los investigadores también encontraron que los miARN del pulpo se expresan con mayor frecuencia en los tejidos nerviosos de los cerebros en formación de las crías de pulpo, lo que sugiere que los reguladores de ARN están impulsando el desarrollo de habilidades cognitivas más complejas.
De todos modos, los investigadores destacan que aún no está directamente probado que haya un vínculo directo entre el número de miARN y la inteligencia avanzada y que, para establecer este vínculo, los científicos deberán completar un estudio de seguimiento de los tipos celulares ricos en nuevos miRNAs. Al hacerlo, los científicos esperan no solo encontrar las características que compartimos con los cerebros alienígenas de los pulpos, sino también desenterrar partes del genoma del pulpo que podrían ser utilizadas para desarrollar mejores herramientas para la edición del nuestro.
"No creo que esto sea totalmente descabellado, ya que así es como se han descubierto muchas cosas", dijo Rajewsky. "Por ejemplo, CRISPR-Cas9 no existe en nuestro genoma, pero las bacterias lo tienen y ahora podemos usarlo para editar el nuestro".
Fuente
artículo original : https://www.livescience.com/microrna-helped-octopuses-get-smart-like-humans. Fecha de
publicación: 28 de noviembre 2022
Comentarios
Publicar un comentario