La relación entre microbiota intestinal y enfermedad de Parkinson apunta hacia una posible vía terapéutica

Publicado originalmente por la Universidad de Nagoya, el 17 de junio de 2024

 

Se ha observado, en los pacientes diagnosticados con enfermedad de Parkinson, una reducción en las bacterias intestinales de los genes responsables de sintetizar las vitaminas B esenciales B2 y B7. Crédito: Reiko Matsushita

Un estudio dirigido por la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya, en Japón, ha revelado una relación entre la microbiota intestinal y la enfermedad de Parkinson (EP). Los investigadores hallaron una reducción en las bacterias intestinales de los genes responsables de sintetizar las vitaminas B esenciales B2 y B7.

También identificaron una relación entre la ausencia de estos genes y los bajos niveles de agentes que ayudan a mantener la integridad de la barrera intestinal. Esta barrera impide que las toxinas entren en el torrente sanguíneo y la ausencia de estos genes provoca la inflamación que se observa en la EP. Sus hallazgos, publicados en la revista npj Parkinson's Disease, sugieren que para abordar estas deficiencias relacionadas con la EP podría utilizarse el tratamiento con vitaminas B.

La EP se caracteriza por una variedad de síntomas físicos que dificultan las actividades diarias y la movilidad, como temblores, lentitud de movimientos, rigidez y problemas de equilibrio. Aunque la frecuencia de la EP puede variar entre distintas poblaciones, se calcula que afecta aproximadamente al 1-2% de las personas a partir de los 55 años.

Diversos procesos fisiológicos están fuertemente influenciados por los microorganismos que se encuentran en el intestino, conocidos colectivamente como microbiota intestinal. En condiciones ideales, la microbiota intestinal produce AGCC y poliaminas, que mantienen la barrera intestinal, impidiendo la entrada de toxinas en el torrente sanguíneo. Las toxinas en la sangre pueden ser transportadas al cerebro, donde causan inflamación y afectan a los procesos de neurotransmisión que son fundamentales para mantener la salud mental.

Para comprender mejor la relación entre las características microbianas del intestino en la EP, Hiroshi Nishiwaki y Jun Ueyama, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya, realizaron un metanálisis de muestras de heces de pacientes con EP de Japón, Estados Unidos, Alemania, China y Taiwán.

Utilizaron la secuenciación shotgun, una técnica que secuencia todo el material genético de una muestra. Se trata de una herramienta inestimable porque ofrece a los investigadores una mejor comprensión de la comunidad microbiana y la composición genética de la muestra.

Observaron una disminución de los genes bacterianos responsables de la síntesis de riboflavina (vitamina B2) y biotina (vitamina B7) en los pacientes diagnosticados de EP. La riboflavina y la biotina, derivadas tanto de los alimentos como de la microbiota intestinal, tienen propiedades antiinflamatorias, que pueden contrarrestar la neuroinflamación que se observa en enfermedades como la EP.

"Podríamos realizar análisis de la microbiota intestinal de los pacientes o análisis de metabolitos fecales", explica Nishiwaki. "Usando estos hallazgos, podríamos identificar a los individuos con deficiencias específicas y administrar suplementos orales de riboflavina y biotina a aquellos con niveles disminuidos, creando potencialmente un tratamiento eficaz."

Más información: Hiroshi Nishiwaki et al, Meta-analysis of shotgun sequencing of gut microbiota in Parkinson's disease, npj Parkinson's Disease (2024). DOI: 10.1038/s41531-024-00724-z

Información de la revista: npj Parkinson’s Disease

Proporcionado por Nagoya University

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